Somos unas teatreras


Este mes de agosto hemos estamos muy teatreras. Por un lado, iniciamos colaboración con la Residencia Creativa YESCA del FETAL y por otro, tuvimos la oportunidad de presentar Las que Habitan en la Feria de Teatro de CyL_Ciudad Rodrigo. Ésto nos ha dado pie a reflexionar acerca de la situación de la mujer en el teatro. Y la verdad, no difiere mucho de la situación en otras disciplinas.

La expresión de la mujer en la cultura, en el mundo de las letras y las artes ha sido acallada a lo largo de la historia. La sociedad las condenó a la reclusión y al silencio. E incluso aquellas que se atrevieron a alzar la voz, fueron excluidas, atacadas por escandalosas, brujas o revolucionarias, cuando no olvidadas. Incluso hay quienes argumentan que lo producido por las mujeres no ha tenido la suficiente calidad y por ese motivo no ha llegado a nuestros días. Obviamente se desmiente (y de forma bastante sencilla) al investigar, repensar, releer y reescribir lo ocurrido. Históricamente, las mujeres se han enfrentado a muchas dificultades para producir y crear, para acudir a Escuelas y Academias y para ser independientes (dificultades que procedían en muchas ocasiones de padres, hermanos, maridos,…).

Sabemos que siempre es difícil rastrear el trabajo de las mujeres en épocas pasadas, y más aún cuando esa mitad de la sociedad ha sido sistemáticamente silenciada. Los ritos a los dioses y diosas han sido tradicionalmente el origen del teatro en todas y cada una de las diferentes culturas. Mujeres sacerdotisas en el antiguo Egipto o dedicadas al culto de las Musas en la Grecia del Siglo VII a. C eran las encargadas de realizar las representaciones dramáticas. Pero cuando la cultura griega comienza a diferenciar el teatro culto (tragedia y comedia) del teatro popular, según parece, a las mujeres se les prohibió la participación en ese teatro que optaron por denominar culto. De hecho, se dice que los mitos (personajes) femeninos eran interpretados por hombres y las mujeres tenían prohibida la entrada al teatro. Será en la cultura popular, por tanto, donde las referencias a trabajos teatrales realizados por mujeres tendrán alguna cabida histórica y es ahí donde se encuentra alguna documentación, como la relativa a las denominadas Mimas.

Más adelante, durante la Edad Media, se comienzan a conocer nombres propios como el de la primera dramaturga de la historia del medievo, Roswitha de Gandersheim. Y aunque la mujer no aparece en el escenario, sí lo hace en las calles de las fiestas, de los carnavales y otros eventos, tanto religiosos como populares o políticos, y fueron adquiriendo gran prestigio a lo largo de los siglos. De hecho, en España había juglaresas cristianas, judías y musulmanas.

Pasando por La Calderona – una de las primeras actrices españolas de los denominados Corrales de Comedias- y otras cómicas, llegamos a Ana Caro Mallén de Soto, primera dramaturga profesional. Aunque la historia no ha conservado ni imágenes ni casi identidad, más allá de las dos obras teatrales que se han conservado de la autora, no sólo existió sino que escribió, estrenó, recibió encargos oficiales y además, vivió de ello.

La aparición de la mujer como dramaturga supone un giro de 180º, ya que su papel se había limitado principalmente a la actuación, no a la escritura. A partir de este momento se comienza a perfilar como una figura con nombre propio. En España, al contrario de lo que ocurría en Inglaterra en la época isabelina donde la presencia de las mujeres en los escenarios estaba prohibido por ley, la presencia de las mujeres fue bastante relevante en el teatro. A pesar de que en los siglos XVI y XVII las mujeres no eran consideradas sujetos legales, algunas lograron sortear las dificultades e incorporarse al universo teatral como autoras de comedias, actrices o empresarias aunque poco o nada se conoce de ellas. Mujeres como Feliciana Enríquez de Guzmán, Sor Marcela de San Félix (hija de Lope de Vega), Ángela de Acevedo, María Zayas, María Luisa de Padilla, etc.

Aunque el papel de la mujer en el teatro sigue estando principalmente unido a la actuación (y en condición de inferioridad), aparecen autorxs que nos presentan a personajes representados por mujeres alejadas de las Julietas, Violas, Rosalías, hadas o burjas. Aparecen las mujeres ambiciosas, vengativas, amorosas, poderosas, idealistas, manipuladoras, salvajes en obras como Escuela de mujeres de Molière, Freda de Racine o La casa de muñecas de Ibsen y el universo de Nora.

Años después las condiciones históricas y sociales de la mujer han mejorado y ya es reconocida como actriz, dramaturga, directora de escena, productora, etc. Aún así, la mujer sigue sufriendo la infrarrepresentación e invisibilidad en las artes escénicas.

Como sabemos, la historia de la literatura, del teatro, del cine…es eminentemente masculina, y no podemos llegar a imaginar hasta qué punto esto ha condicionado la visión que tenemos del mundo. ¿Qué nos hemos perdido?¿Qué se ha perdido el público por la escasez de obras de mujeres? ¿Una mirada diferente, otra perspectiva, otros pensamientos?Y es que la escasa participación femenina afecta negativamente a la renovación temática del lenguaje escénico. Ante la desigualdad,perdemos la mirada diferente. Porque como sociedad, deberíamos trabajar para tener una cantera de narradorxs variada y diferente. Y es aquí, donde entra no sólo la cuestión de género, sino también la racial y de clase.

Quizás las causas conscientes y otras inconscientes. “Entre las conscientes entra el lenguaje, la tolerancia y el coleguismo ” señala Pilar Pastor Eixarch, componente de la comisión de Investigación de la asociación Clásicas y Modernas.

¿Y cómo podemos darle la vuelta? No hay una respuesta fácil, ni concreta. Pero coincidiendo con las palabras de la actriz y directora Cristina Yáñez, vicepresidenta de la Asociación de Directores de Escena de España-ADE, se trata de una cadena difícil de remontar si no es desde el principio. “Los círculos son de hombres y hay que tener mucha fortaleza y constancia para mantenerse. Si no estás, no cuentan contigo, si no estrenas mucho, no tienes puntos suficientes para subvenciones a la hora de montar tu propia obra”. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Estudios sobre la presencia de las mujeres en artes escénicas, música, teatro y danza, desvelan una gran desigualdad. Revisando investigaciones y estudios de proyectos como COFAE o Clásicas y Modernas, podemos ir comprendiendo poco a poco la situación actual de la mujer en el teatro.

En el último estudio de Clásicas y Modernas de 2017 donde analizan la presencia de las mujeres en la temporada 2015-16, presentan datos a nivel estatal tremendos. Tan solo un 22% de mujeres se encuentran en las direcciones artísticas, un 18% son autoras teatrales, 17% dramaturgas, 44% coreógrafas y 21% en puestos de dirección o programación.

Por su parte, COFAE en su último analizó las fichas artísticas de las programaciones de 12 ferias del año 2016,compuestas por 403 espectáculos y 3.917 personas (85% del Estado y el 15% internacionales) y los equipos de trabajo de las 16 ferias asociadas: MADferia, FETEN, dFERIA Donostia/San Sebastián, La Mostra d’Igualada, Feria de AAEE de Castilla La Mancha, Fira de Teatre de Titelles de Lleida, UmoreAzoka-Feria de artistas callejeros de Leioa, Galicia Escena PRO, Mostra de teatre d’Alcoi, Palma, Feria de Teatro de Castilla y León-Ciudad Rodrigo, FiraTàrrega, Feria internacional de Teatro y Danza-Huesca, Fira Mediterrània de Manresa, FIET y Fira de Teatre de Manacor. Como conclusión, señalan que “a pesar de que las mujeres están presentes en todas las especialidades artísticas de la creación de los espectáculos, está claro que la equidad entre la mujer y hombre, es todavía un reto y habrá que investigar las causas de la baja presencia de la mujer en algunas especialidades artísticas.” De las siete disciplinas artísticas que se analizan en el estudio, cinco (71,5%) son totalmente masculinas y sólo dos (28,5%) supera en número la mujer. Estas disciplinas con mayor presencia femenina son son vestuario y distribución, en las otras disciplinas las diferencias son notables: técnica (10% de mujeres), escenografía (19%), autoría (27%), dirección (28%), interpretación es con el 42% de mujeres, la que comporta menos desigualdad.

En respuesta a esta situación han ido surgiendo proyectos como el Colectivo de Mujeres Creadoras y su festival de teatro “Mujeres en la Historia”, editatonas teatrales feministas, la Liga de las Mujeres Profesionales del Teatro como organización que lucha por la igualdad, promueve la visibilidad y trabaja para aumentar las oportunidades para las mujeres profesionales del teatro en España, el Festival Territorio Violeta y sus premios en ferias y festivales, el Encuentro de mujeres payasas A UNA NARIZ PEGADAS o la campaña “Temporadas de igualdad” desarrollada por Clásicas y Modernas. Ésta última, la campaña “Temporadas de igualdad”, consiste en comprometerse, tanto desde ámbito público como desde privado y suscribiendo la “Carta de la igualdad en las artes escénicas”, a tender a la paridad tanto en la presencia de las mujeres en las programaciones como en los equipos directivos. Esta campaña está firmada con espacios como el CDN (Centro Dramático Nacional) o recientemente por Teatros Luchana.

Y es que aquello por lo que trabajamos tanto desde Las que Habitan como desde otros proyectos, porque la presencia de las mujeres en la cultura, en las programaciones, pase a ser algo natural, no controlado por cuotas. Lograr eliminar la sensación de ser una “couta” femenina cada vez que somos invitadas a participar en un acto o formar parte de un jurado o institución.

++info: http://lasquehabitan.com/2018/08/30/un-espacio-compartido-visibilizando-a-la-mujer-en-las-artes-escenicas/

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