Fotografía contra un sujeto sujetado

Ningún soporte artístico es inocente. Tanto la pintura como la performance tienen sus connotaciones y trampas. Pintar un retrato no es sólo retratar a un modelo, es plasmarlo en pintura, un formato cargado de significación estética, material y, por supuesto, política. No en vano los rectores de las universidades siguen haciéndose retratar en grandes lienzos… Frente a la pintura, se sitúa, como una hermana bastarda y pequeña, la fotografía, que ha tenido que luchar por alcanzar el estatus que parece que “por naturaleza” ostentaba la hermana mayor y a ella le era negado tanto desde los estudios de estética y crítica cultural como la historia del arte. Pareciera que tras pasar condiciones de estrechez, ella invade ahora todas nuestras vidas, campando a sus anchas por doquier en una suerte de entidad artística democrática e hipercapitalizada. Desde Diane Arbus hasta Cindy Sherman, pasando por Instagram y Polaroid, la fotografía ha ido perdiendo fisicidad, como el resto del arte y remitiéndose a una producción ingente de capturas, muchas ellas de calidad dudosa.

Ejercicios sobre el archivo, 2018, Collage
Ejercicios sobre el archivo, 2018, Collage

Tampoco la fotografía es inocente. “Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que parece conocimiento y, por lo tanto, poder,” señala la gran maestra Susan Sontag, en cuya obra “Sobre la fotografía” se apoya la exposición homónima de María Tinaut. La fotografía esta también cargada de datos que exceden el propio tema: analógica o digital, instantánea o posproducida, pictórica o documental… cada fórmula añade capaz de significado. Almacenan el mundo y procuran pruebas de él, dice Sontag. La clave está en que tienen una supuesta veracidad, son un pedazo engañoso de representación que pasa por verdad objetiva capturada por el ojo-cámara; cuando en realidad seleccionan la realidad representada y, por eso son herramientas de poder. Por eso lo que hizo Joel-Peter Witkin o la propia Vivian Maier -cuyo trabajo podemos ver por segunda vez en Valladolid en un breve lapso de tiempo y está íntimamente relacionado con el de Tinaut- es tan significativo: con su trabajo se destruyen jerarquías de representación.

Siguiendo esta estela, María Tinaut se plantea la actual legitimidad de la fotografía, específicamente en el formato del retrato y especialmente de “lo femenino”, aportando su propia visión a la construcción de la representación de los roles de género. “En la retórica normal del
retrato fotográfico, enfrentar la cámara significa solemnidad, sinceridad, la revelación de la esencia del sujeto,” señala Sontag, pero ¿qué sujeto? No está carente de norma. ¿Qué esencia? El sujeto sujetado debe ser liberado. En este sentido, cabe señalar que, el medio fotográfico es, como otros lenguajes, performativo, dado que construye realidad, algo que bien supo ver Sherman y que ha ido minando. Tinaut busca, con medios y motivos, una representación queer, por esquiva y periférica, por fluida, performativa, instantánea y cotidiana, por íntima y huidiza. Con alguna referencia a Mark Morrisroe incluida, que me lleva a la Lorenza Böttner comisariada recientemente por Paul B. Preciado en Barcelona.

Photo Booth Self Portraits, 2018, Collage
Photo Booth Self Portraits, 2018, Collage

Por eso acude a piezas cinéticas, construidas desde un fotomatón: ella abstrae, fragmenta y ensambla, contruyendo nuevas propuestas de realidad a partir de la fotografía en su propia fisicidad. Borra su rostro, exhibe los espacios de su casa. Dentro y fuera de la foto performa, muta, para dinamitar así una realidad impuesta pero también construida. “Sobre la fotografía” recopila autorretratos, su habitación y su taller, además de un álbum familiar al que contrapone un dispositivo de exhibición del MoMA a través de fotografías analógicas, fotogramas de super 8, collages de papel impreso y una serigrafía que dan la vuelta al guante. Juega a deconstruir con ellos la fotografía igual que su yoidad, a partir del error, de lo raro, lo sucio, lo cuir. Generando de nuevo transvases hacia lo pictórico con que la fotografía tiene tantos escarceos. El display se presenta como significante y la intimidad sale a la calle con delicadeza y en precario, como algo vulnerable. La artista muestra su autoconstrucción y exhibe su memoria afectiva en esta pequeña muestra tan periférica como la actitud que la impulsa desde el rincón de lo pequeño.


La exposición se puede ver hasta el 31 de Marzo en la Sala 0 del Museo Patio Herreriano

Web de la artista http://www.mariatinaut.com/

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